Blog dedicado a dar apoyo a todas las personas que sufren de obesidad

Archivo para 26 de abril de 2012

MANEJO DE LA ALIMENTACIÓN EMOCIONAL

Fuente: (www.intraobes.com)

Comer guiado por las emociones o comer emocional, ocurre cuando un individuo se dirige a la comida para cambiar o modular sus emociones. En muchos casos, la persona no sabe cómo o qué está sintiendo en el momento en el que come, lo único que sabe en esos momentos, es que siente tensión en su cuerpo y que ésta disminuye una vez que ha comido.

Los comedores emocionales tienden a: estar confusos acerca de lo que sienten, tienen dificultades para ponerle nombre a sus emociones, tienen dificultad para modular sus emociones, encuentran dificultad para expresar sus emociones.

Los comedores emocionales tienden a comer para: evitar o afrontar las emociones que consideran negativas, suprimir las emociones, está relacionado con el abuso con uno mismo o con haber tenido alguna experiencia traumática, guarda relación con el aburrimiento, ansiedad, soledad, miedo, pérdida, etc.

¿Cuál es la diferencia entre el comer emocional y el hambre física?

Hay varias diferencias entre la clave física del propio cuerpo y la clave emocional que mueven al individuo a comer.

El hambre física: empieza en el estómago, es muy gradual, no es específica de un determinado alimento. Las personas tienden a comer cuando tienen hambre y a parar cuando están saciados.

Por otro lado, el comer emocional: empieza en la boca o en la cabeza de uno, es muy rápida, normalmente es de un alimento específico y se tiende a sentir culpa tras haber comido.

¿Cómo podemos  manejar el comer emocional?

1º.- Primero tendremos que identificar y saber qué emociones están apareciendo cuando nos dirigimos a la comida.
Por ejemplo: enfado, frustración, preocupación ansiosa, miedo, depresión, culpa…
2º.- Después, de haber identificado las emociones que se tienen al comer se puede tomar conciencia de los detonantes que hacen que se mantenga dicho comer emocional.  Por ejemplo, puede ser una imagen, los medios de comunicación, una persona que te ha dicho algo, un pensamiento, el estrés, tener una imagen corporal propia negativa…
3.- Tratar de separar la emoción del comportamiento alimentario. Para hacer una buena lectura de la emoción hay que aceptar cual es nuestra emoción.

Hay que preguntarse de qué otra manera se podría manejar tal emoción identificada. Puedes expresarla, tolerarla, etc.
Manejar las emociones implica, no juzgarse por lo que se siente, sea lo que sea que se esté sintiendo. Seguro que a veces, no son emociones agradables pero es que no se trata de que gusten o no, sino de aprender a experimentarlas, aceptándolas.
En muchas ocasiones, la intención es la de evitar sentir una determinada emoción, siendo esta nueva emoción creada, la de no querer sentir, la que puede llevar a un comer emocional.

Por último:
4º. Adquirir estrategias para manejar las emociones negativas, por ejemplo:
Estrategias para reducir la ansiedad, estrategias de comunicación, estrategias de planificación, estrategias para resolver problemas, estrategias de control estimular (manejando la comida que hay en tu entorno), estrategias de relajación, habilidades sociales…

Identificar, conocer, aceptar y encontrar otra manera de expresión, cambiará la necesidad de comer emocionalmente.

Si estas cansado, descansa, si tienes sueño, duerme, si estás enfadado exprésalo calmadamente a la persona con la que estás enfadado, y si tienes hambre “física”, come eligiendo los alimentos que más convengan.

EL MIEDO A MADURAR EN MUJERES CON OBESIDAD MÓRBIDA POSTGASTRECTOMÍA

Fuente: Estudio realizado por Juan A. Guisado y Francisco J. Vaz (scielo.isciii.es)

En el desarrollo de la obesidad mórbida se describen la existencia de factores biológicos y/o factores psicológicos que favorecen la enfermedad. Aunque ambos factores no son mutuamente excluyentes, parece que los factores genéticos jugarían un papel más importante en la obesidad de inicio en la infancia en tanto que los factores psicológicos influirían más en la obesidad de inicio en la adolescencia/adulto joven. En el primer grupo, cuando la obesidad aparece en la infancia, se ha descrito una mayor refractariedad al tratamiento y a la pérdida de peso, así como una mayor tasa de patología psiquiátrica. Cuando la obesidad se presenta en la adolescencia/adulto joven, se relaciona más con situaciones estresantes a lo largo de la vida, de forma que el enfermo comería en un intento de calmar su malestar psicológico.

Los pacientes que presentan el inicio de la obesidad en la adolescencia/adulto joven son enfermos susceptibles de una conducta alimentaria alterada en determinadas circunstancias como pueden ser estados de disforia y estrés, así como con el consumo de sustancias tóxicas. A esta edad la alteración en la imagen corporal, la baja autoestima, la falta de confianza en las situaciones sociales y el estigma de ser obeso marcan la forma de interaccionar con los demás, estando más propensos a ser hostiles en cuanto a su aceptación social.

En este estudio se obtuvo que mayor edad de los pacientes (antes de la cirugía) el miedo a madurar (conducta alimentaria la cirugía) es mayor y que cuando el inicio de la obesidad ocurre después de los 13 años también existe un mayor temor a crecer, por lo que estos enfermos luchan con cambios físicos y psíquicos que se producen en esta etapa del desarrollo, apareciendo estructuras de personalidad dependientes e inmaduras.

Según los hallazgos de este estudio, parece que la edad (antes de la cirugía y de inicio de la obesidad) serían dos predictores clínicos en la conducta alimentaria de nuestros pacientes con obesidad mórbida una vez intervenidos. El análisis de los factores psicológicos asociados a la conducta alimentaria de estas pacientes, como puede ser el miedo a madurar, es de vital importancia para una adecuada pérdida de peso tras la cirugía.

CARACTERIZACIÓN PSICOLÓGICA DE LOS PACIENTES CON OBESIDAD MÓRBIDA

Fuente: (www.infocop.es)

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La obesidad mórbida es una enfermedad crónica caracterizada por un exceso de grasa, que a su vez se traduce en un aumento de peso considerablemente alto (Consenso Español para la Evaluación de la Obesidad –SEEDO-, 1995; citado en SEEDO 2000). Existen diferentes procedimientos técnicos para evaluar el grado de obesidad de una persona, sin embargo, uno de los indicadores más utilizados es el Índice de Masa Corporal (IMC) que es la relación de dividir el peso (en kilos) entre la talla (en metros) al cuadrado. En este sentido, se considera que una persona presenta un problema de obesidad mórbida cuando su IMC sobrepasa la puntuación de 40.

La obesidad mórbida es un problema creciente en la sociedad actual, el problema de esta enfermedad no radica exclusivamente en el aumento sufrido en los últimos años sino también la frecuencia de comorbilidad física y psicológica con la que va asociada. En este sentido, resulta imprescindible el desarrollo de estudios destinados a identificar cuáles son las áreas de funcionamiento psicológico que se ven más afectadas en los obesos para planificar adecuadamente tratamientos específicos que mejoren la calidad de vida de los mismos (Blasco y García, 1995).

En un estudio realizado por la Lic. Bárbara Lorence, sobre una muestra de 31 pacientes con obesidad mórbida (IMC>40), obtuvo que:

– Los pacientes reconocen su enfermedad y confían en los tratamientos médicos/psicológicos aunque no son conscientes de la gravedad de la misma. El 80,7% de las personas no consideran la obesidad mórbida como una enfermedad grave.

– La obesidad mórbida no parece estar asociada a un trastorno psiquiátrico concreto, aunque si se observa un alto porcentaje de obesos mórbidos con rasgos de personalidad dependiente y obsesivo-compulsivo. Concretamente, hay que señalar que el rasgo de personalidad dependiente se manifiesta principalmente en aquellas personas que inician la enfermedad en la adultez y, por lo tanto, tienen que adaptarse, ya de mayores, a una nueva vida llena de limitaciones físicas y problemas psicológicos que antes desconocían.

– Las personas con obesidad mórbida más insatisfechas con su vida son aquellas que presentan problemas para establecer relaciones positivas con los demás. Esto confirma la importancia que adquiere el apoyo social en la vida de las personas y también, por lo tanto, en la de individuos que sufren una enfermedad como la obesidad mórbida.

Según Lorence, es de vital importancia que se desarrollen planes de intervención integral que comprendan tratamientos psicológicos paralelos a la intervención médica que reciben los pacientes con obesidad mórbida, ya que a partir de sus resultados estima que existe una alta probabilidad de que este modelo de intervención de carácter interdisciplinar permita agilizar la recuperación del paciente y evitar posibles recaídas en el futuro.